Si me sigues en redes sociales, habrás visto que esta semana la he dedicado a hablar sobre el discurso interno, su influencia en tu autoestima bienestar, salud mental y también en tu camino hacia el crecimiento personal. Si aún no me sigues, te invito a que lo hagas y así puedas acceder a más información valiosa.
Cómo cada viernes suelo dejarte aquí un artículo con un contenido que te acompañe en los días de auto cuidado en que se suelen convertir los fines de semana.
Esta semana hemos descubierto juntas la importancia de las palabras y más cuando nos las dirigimos a nosotras mismas. También que podemos auto generarnos estados de ansiedad, depresión e incluso baja autoestima que pueden repercutir en nuestra salud mental sin ser conscientes de ello.
Tu discurso interno se relaciona directamente con tus estados emocionales. Si hoy estás triste, es probable que tu diálogo sea catastrofista. Si estás sintiendo rabia, es muy probable que te repitas una y otra vez que todo es injusto y entres en lucha con el mundo.
Estas conversaciones contigo misma no van a ayudarte en tu gestión emocional, sino que podrían aumentar el malestar y pueden llegar a bloquearte.
En el artículo de hoy, te explico 5 tipos de diálogo que puedes tener y un potente ejercicio que puede ayudarte a transformarlo.
Tenemos 5 tipos de voces internas que se activan en momentos que para nosotras pueden resultar complicados: la crítica, la culpa externa, la exigencia, la defensiva y la compasiva.
Todas ellas componen tus diálogos, y todas ellas contribuyen a tu bienestar emocional.
El discurso interno se activa especialmente cuando nuestro estado emocional es negativo. En momentos de estrés o en momentos complicados, es cuando más nos podemos fijar en la forma que tenemos de hablarnos a nosotras mismas. Es aquí donde podemos ver los tipos de diálogo interno más característicos.
Así pueden aparecer estas voces en tu discurso interno:
- La voz crítica: es una forma de diálogo que va desde la desvalorización. » Todo lo que ocurre es culpa mía y, por tanto, no valgo nada.» Es probable que este diálogo sea heredado de tu crianza y de otras experiencias vitales relacionadas con personas de referencia par ti. Es probable que el estilo de crianza que viviste fuera impartido desde el castigo.
- La voz de culpa externa: de la misma forma que el tipo anterior no muestra la realidad de forma objetiva, sino desde un extremo, aquí veríamos el otro extremo. Todo es culpa de los demás. Un diálogo interno que no asume responsabilidades, sino que se ensalza y se coloca por encima de los otros, es un discurso que te re-victimiza y evita que avances en tu camino hacia la madurez y el crecimiento. Además, conseguirás enviarte mensajes como “nadie me quiere”, “no me respeta nadie” etc.
- La voz de la exigencia: sobre todo sin eres una persona más perfeccionista y con tendencia a la autoexigencia, sialgo no sale como esperabas, te culpas y presionas aún más para seguir luchando y conseguir las cosas de una forma ansiosa, que normlamente te pone al límite. Además, bloqueas toda ayuda del exterior e ignoras cada uno de los esfuerzos y logros que haya conseguido.
- La voz defensiva: para que el juicio (real o no) de los demás no te haga más daño, te defiendes antes de que ocurra cualquier cosa. No quieres mostrar debilidad y puedes llegar a tener una comunicación agresiva contigo misma y también con los demás. Además, es probable que el nivel de rumiación sea constante y elevado para justificar tanto tus ataques como los agravios.
- La voz de la compasión: sí hay un tipo de diálogo interno que te ayuda en la adversidad, es este. La compasión es simplemente tratarte desde el respeto, sin buscar dañarte y teniendo paciencia contigo misma. Es aquí cuando te conviertes en esa amiga infalible que eres para el resto. Sólo que esta vez, te dedicas sólo a ti.
El diálogo interno compasivo
De todas las formas de diálogo interno que hay, solo una te ayuda a crecer y desarrollarte. Es una forma de diálogo que se basa en la compasión, en tratarte desde el respeto, la comprensión y la paciencia, haciendo uso de la amabilidad, del cariño y del permitirte sentirla y aplicártela.
Cuando hablamos de compasión, solemos confundirla con la pena y la permisibilidad. Sin embargo, no se trata de ese extremo. Se trata del punto medio, donde sabemos reconocer el error, entender qué ha ocurrido, pero no autoexigirnos ni desvalorizarnos. Por tanto, el diálogo interno compasivo, se basaría también en eso: Sé analizar qué situación estoy viviendo en ese momento, hacia qué punto querría ir y ver cómo puedo solucionarlo.”
Busca desarrollo, generar alternativas, darte tiempo y, sobre todo, hablarte con cuidado. Desde ahí, llega la verdadera transformación de ti misma. Te dejo aquí más información curiosa sobre cómo te afecta positivamente la compasión a ti ya tu cerebro.
¿Se puede cambiar?
De la misma forma que sabes analizar partes de ti que no te ayudan y lograr transformarlas, puedes hacer lo mismo con el diálogo interno. Al no ser estable del todo, sí puedes entrenarte para modificarlo, sabiendo reconocerlo y adaptarlo a tus necesidades.
Independientemente del tipo de diálogo interno que suelas tener, puedes llegar a alcanzar un estado de compasión contigo misma y con todo aquello que te digas en silencio. Pero, para ello, debes darte cuenta de que lo que ahora te estás diciendo, por muy buena intención que parezcas tener, puede que no te esté ayudando.
¿Puedes cambiar tu diálogo interno? Rotundamente sí.
En el momento en el que descubras que no es funcional y que, de continuar así, solo te generará más bloqueo y malestar, tu conciencia estará depositada ahí y tus recursos, con acompañamiento, se pondrán en funcionamiento para transformar en beneficiosos lo que ya no te ayuda.
Aceptar para dejar ir
Cambiar el diálogo interno no siempre es fácil, se suele necesitar de un proceso de acompañamiento ya sea de coaching, meditativo, terapéutico etc, que te ayude a lograrlo. Pero sí hay una parte que puedes hacer por ti misma, indispensable para todo cambio: aceptar y agradecer.
En primer lugar, debes aceptar que en estos momentos tu diálogo interno no es útil. Tal vez en otros momentos de tu vida sí lo fue, pero ahora no. Debes querer desprenderte de ese discurso que ya no te ayuda para poder dejar espacio al diálogo compasivo.
Y, en segundo lugar, unido al primer paso, debes saber agradecer el diálogo que te ha acompañado hasta ahora. Ha podido tratarse de un tipo de diálogo que a priori, no te ha ayudado a simple vista pero sí es seguro que cumplía algún tipo de función en ti. Puede que su labor fuera protegerte de lo nuevo, de lo desconocido, del error…
La herencia que hay depositada en tu discurso interior, pudiste aprender lo en etapas donde así lo necesitabas o te lo enseñaron los adultos sin una mala intención. Sea cual sea el motivo, te ha acompañado y traído hasta aquí sólo que ahora ya no te sirve y no es lo que necesitas.
Te propongo un ejercicio: detecta una frase dentro de tu discurso interno que corresponda a cada una de las voces interiores que te he descrito un poco más arriba, escríbela y dejando que tu voz compasiva la reescriba. Puedes leerla en voz alta y escribir lo que sí quieres decirte en su lugar a partir de ahora. Una vez lo hayas hecho, repite en voz alta o mentalmente: lo entiendo, lo respeto y lo agradezco. ahora, es el momento de transformación.
Y desde ahí querida compañera continuar diciendo: desde la aceptación y la gratitud, estaré preparada para relacionarme de una forma diferente conmigo misma.
A continuación, respirando profundamente, libera todo el pesar y malestar o tensión que puedas experimentar en cada exhalación.
Este ciclo de repeticiones y respiraciones lo puedes hacer tantas veces como necesites. Recuerda: el límite lo pones tú, que para eso es tuyo.
El camino del crecimiento personal y la gestión emocional no siempre es fácil y como es por eso querida, que quiero recodarte que estoy aquí para tí si así lo necesitas a través del coaching, de la meditación o del Yoga Nidra.
Sea como sea, recuerda que la compasión es la mejor de las voces que puedes poner al hablarte.
Te dejo aquí un abrazo fuerte.